viernes, 25 de marzo de 2011

Beaumarchais

La obra “Beaumarchais”, que se representó hasta el 23 de enero en el Teatro Español de Madrid, es el resultado de la adaptación del actor y director de teatro español, Josep María Flotats de la obra del actor y gran dramaturgo francés de la primera mitad del siglo XX Sacha Guitry (1885-1957). Este estreno es su estreno mundial.

En esta adaptación y puesta en escena de Flotats quedan reflejados a través de la biografía de Beaumarchais los sucesos históricos, políticos y sociales de los que él fue protagonista o testigo. Se critica a la nobleza de la época, que a pesar de “no haber hecho otra cosa que nacer”, disfrutan de una vida de lujo, despreocupación e irresponsabilidad. Estas denuncias fueron expuestas por el propio Beaumarchais en su tiempo y le costaron no pocos problemas e incluso algún encarcelamiento. También se tratan otros aspectos de la vida del dramaturgo, como su investigación sobre la independencia de Estados Unidos o su faceta de espía. En conjunto, la obra resume los años más importantes de la vida del intelectual y escritor ilustrado francés.

En cuanto a la estructura de la representación de la obra, se podría dividir en tres planos: Comienza con una escena situada en un escenario de teatro en 1950, durante el ensayo de la obra. Sacha Guitry como director (interpretado por el director y actor de esta adaptación, Joseph María Flotats). Esta parte sería el primer plano, al cual no volveremos más en toda la obra.
Parte del elenco de la obra

Acto seguido, a partir de la escena siguiente, nos introducimos en el segundo plano, en el que Beaumarchais acepta los servicios del escritor Gudin de Brenellerie, para realizar una biografía sobre él. Durante esta “narración” en la que el protagonista relata sus vivencias al biógrafo en un tiempo presente, la representación con la técnica retrospeciva del “flashback”, retroce en el tiempo al pasado de la vida del protagonista. Beaumarchais cuenta su vida no a través de una narración propiamente dicha, sino a través de su propia interpretación, lo cual aporta a la obra movimiento, dinamismo e interés para del público, que no tiene que imaginarse los hechos, sino observarlos y vivirlos desde su butaca.

Debido a la sucesión de acontecimientos y del avance en el tiempo, llega un momento en el que volvemos al punto de partida, en el inicio del segundo plano. Así asistimos a la representación de una obra dentro de otra obra.

Avanzamos rápidamente hasta la muerte de Beaumarchais con la que finaliza el segundo plano. El tercero se inicia con una escena metafórica, centrada en una especie de “cielo-olimpo” literario, y no en los hechos reales del final de su vida. Aquí se valora al escritor: “Los Inmortales” (dramaturgos pertenecientes a la “Académie Française”) niegan a Beaumarchais la entrada a su “club”. Sin embargo, está presidiendo la escena el gran comediógrafo Molière, considerado como el padre de la “Comédie Française”, vestido de un blanco impoluto y resplandeciente, quien rechaza la propuesta y eleva al artista a este mundo divino. Molière tiende la mano a Beaumarchais, y le otorga la categoría de inmortal. Con ello y con la alusión explícita al poeta La Fontaine, Sacha Guitry o tal vez el propio Flotats, hacen un guiño a la gran figura de Molière, así como a la de Beaumarchais, gran dramaturgo al que admiran por mostrar su opinión crítica sobre la sociedad francesa de su época.


Flotats ha contado con un extenso grupo de treinta actores que dan vida a cerca de 70 personajes. Tampoco escapa a la atención del espectador el vestuario de Franca Squarciapino y las pelucas diseñadas y fabricadas exclusivamente para la interpretación de la obra. El escenario, que podría parecernos minimalista en un principio, pues únicamente aparecen escasos elementos decorativos, como un escritorio en la casa de Beaumarchais o una cama y un taburete en la celda de la cárcel, sin embargo se amplía poliédricamente. En el fondo, en el forillo, se proyecta en una pantalla gigante los distintos lugares en que se desarrolla la vida del protagonista. Con ello, el escenógrafo nos centra con exactitud y cuidado en los diferentes escenarios en los que discurre la historia, mostrándonos el espacio y el tiempo, como páginas de un libro, que pasan, metáfora técnica de acertado uso.

-Marina Sánchez

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